Rock & Feller’s y la «evasión naturalizada» en la gastronomía

El abogado laboralista Jorge Elías, quien lleva la causa contra Rock & Feller’s, uno de los establecimientos con mayor rentabilidad de la ciudad, habla de una “evasión naturalizada” entre los peces gordos del sector.

La denuncia fue radicada el 28 de abril de 2014. Una moza se animó a litigar contra un gigante de la gastronomía de la ciudad. Contrató a un abogado y presentó una demanda contra el bar Rock & Feller’s por fraude laboral. Trabajaba más de ocho horas por día pero estaba anotada por media jornada, lo que repercutía en su sueldo y en sus aportes. Las pruebas presentadas en la causa dan cuenta de un régimen de precarización que alcanzaba a la mayoría de los empleados. El expediente pasará en breve a la instancia de alegatos y sentencia.

“Somos optimistas en cuanto a la resolución de este caso. Pero estamos hablando de una operatoria que es muy común en el rubro de la gastronomía. La particularidad y la paradoja de esta causa es que el lugar es muy emblemático. No es un bolichito o un barcito de la ciudad. Es uno de los lugares más caros y rentables de la ciudad”, le explicó a Rosarioplus.com el abogado laboralista Jorge Elías, a cargo de la defensa.

Su clienta inició acciones legales al agotar toda instancia de diálogo con las autoridades de la firma Food Corner, sociedad contra la que va dirigido el reclamo. Tras trabajar cinco años en un régimen que no tenía relación alguna con su carga horaria real, intimó a la empresa para exigir su correcta registración. Ante los reiterados rechazos, se dio por despedida.

“Se sintió muy ninguneada y decidió presentar una demanda. El reclamo es por doble indemnización yel equivalente al 25% de todo lo que cobró estando mal anotado. Estamos hablando de una cifra muy importante”, detalló el letrado.

A valores de esa fecha, la empleada cobraba alrededor de 2.500 pesos por mes, cuando el convenio colectivo fijaba un sueldo de más de 6.000 para quien trabajaba 8 horas al día. Al tomar el caso, Elías advirtió que la mayoría de los 200 empleados del lugar figuraban con el mismo encuadre laboral.

“Anotan a casi todos en media jornada, pagan menos sueldos y la mitad de los aportes. Cuando llega la hora del despido pagan barato porque la indemnización se calcula en base a todos los salarios percibidos. Por eso la herramienta más poderosa para plantear el pleito es que todos los trabajadores están anotados de forma irregular”, señaló el abogado.

La franquicia local de la multinacional está en la mira de la Justicia laboral.

La demanda generó en su día un efecto dominó que fue rápidamente controlado por la firma. Otros dos empleados amenazaron con seguir el mismo camino de su compañera, pero desistieron de la iniciativa al llegar a un arreglo económico con la empresa.

“El negocio gira en torno al preconcepto que los trabajadores no se van animar a litigar por los costos y el tiempo que demanda, y que llegado el caso pueden arreglar con plata en mano. Piensan que la ley nunca le va a llegar”, reflexionó Elías.

A su juicio, la causa tiene aspecto muy paradójico: el bar demandado queda en la misma manzana que la sede de la AFIP, lo que sugiere que el fraude laboral ocurrió en las “narices del órgano de control”.

Un rubro donde la evasión está «naturalizada»

Jorge Elías es categórico. “Difícilmente haya en la ciudad un rubro con más irregularidades fiscales que la gastronomía”, sentencia. Su dedo acusador va dirigido a los peces gordos del negocio, quienes en el afán de una “excesiva rentabilidad” se burlan de lo que establece la ley.

“Estas prácticas -dice- nunca está justificadas, pero en algunos casos asoman más comprensibles por márgenes de ganancias que son muy escuetos. Pero en el caso de Rock & Feller’s y de otros grandes emprendimientos es inadmisible. No hay excusas, son negocios que facturan muy bien”.

Para esta abogado, “muchos de los restuarantes paquetes de la ciudad recurren a este mecanismo en el afán de obtener mayor rentabilidad”. Su experiencia profesional marca que “prefieren perder alguna instancia judicial que modificar el modus operandi”, debido a que la “evasión previsional es muy pero muy grande”.

El negocio se sustenta en “artilugios” que no están penados por la ley. Elías pone el ejemplo de sociedades que cada dos por tres cambian de mano. “Uno se encuentra empleados que trabajaron toda la vida para un lugar pero figuran como empleados de distintas sociedades. Se pierde la antigüedad y muchas veces la SRL es insolvente. Detrás de esa pantalla el empresario se muere de risa del trabajador que quiere cobrar lo que le corresponde y no puede”, subraya.

El letrado advierte que el actual esquema “de un inspector que toca timbre para inspeccionar ya no funciona”. Pide más herramientas para controlar: “Hay que buscar otros mecanismos. Establecer, por ejemplo, un régimen de presunción. No puede ser que un negocio que esté abierto todo el día tengo empleados trabajando tan poco tiempo. Hay que entrecruzar información entre los niveles de facturación y el pago de los sueldos”.

En el plano sociológico, el abogado pone la mira en la «nueva idiosincrasia del empresario nacional”. Sostiene que estos comportamientos comerciales no pasaban “hace 50 años”, cuando la regla era un empleador que cumplía con su deber.

“Ahora lo primero que se hace es ver cómo se puede hacer para evadir la ley, para no pagar. La idea misma de poner una empresa va asociada a la evasión. Es una mentalidad instalada y, en algunos casos, hasta un motivo de orgullo”, concluye.

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